Bienvenido a tu diván
En serio… ¿Cómo estás? Piénsalo un momento, respira… y sé bienvenido. Aquí puedes ser tú mismo, ponte cómodo, puedes descalza...
Cuando una relación acaba, se inicia un proceso de duelo en el que se atraviesan distintas fases. Estas fases son algo genérico y en tu caso, puede ser algo diferente, sin que por ello sea malo.
No obstante, te doy información por esas etapas generales, observadas en otras personas, para que te sirvan de orientación:
En la primera fase, que suele ser la más corta, coexiste el impacto emocional con la negación, aunque pronto da paso a una segunda fase, en la que puede emerger la culpa, la rabia, y también un sentimiento pronunciado de tristeza por la pérdida. No solo se refiere a la pérdida del ser querido, sino a todo lo relacionado con la rutina que se había construido en el seno de la pareja. Esto incluye, los hábitos y actividades conjuntas, amistades, tiempo compartido, planes de futuro, etc. En esta fase, lo más conveniente es no luchar contra la tristeza, aceptarla como una huésped provisional que puede ayudar a analizar la situación y dar un empuje en la superación de la ruptura. No obstante, si la tristeza pasa a ser abulia, depresión, y comporta un grado elevado de sufrimiento, sería conveniente consultar con un psicólogo para evitar estancarse en el proceso de duelo y que éste pase a convertirse en duelo patológico.
Analizar las causas y posibles culpas, arroja luz sobre conflictos que podrían repetirse con otras parejas, por lo que ese período de reflexión y aceptación de la realidad, puede ayudarnos a evolucionar a nivel personal.
En la fase siguiente se construye una imagen idílica de la pareja, en la que se recuerda fundamentalmente lo positivo que se ha vivido con ella, por lo que es común intentar mantener el contacto de algún modo, con la finalidad de reconstruir la relación. Ciertas actitudes de vigilancia de la pareja, las llamadas de control, y mantener el contacto a través de mensajes y whatsapp, constituyen un error, ya que se consigue exasperar y alejar aún más a la pareja que contempla esa actitud como una incongruencia con la situación. Así se obtiene a una frustración adicional, al ver que la persona continúa con su vida y con la posibilidad siempre dolorosa de que conozca a otra persona especial.
Si estas fases se han procesado correctamente, comienza la fase de aceptación. Hay personas que pueden hacerlo asombrosamente rápido, bien por su elevado nivel de autoestima, o por un acentuado sentido práctico derivado de su inteligencia emocional. Otras personas en cambio, pueden tardar mucho más. Lo normal en cualquier caso, es que la ruptura se supere completamente, sin sentir tristeza ni culpa, antes de los dos años.
Con la aceptación llegan nuevas rutinas, y actividades. Lo aconsejable es buscar hobbies y salir de casa, conocer gente, y retomar las amistades que quizá se habían descuidado por la dedicación a la pareja.
Finalmente, si este trance se afronta con positividad, se está listo para mantener una amistad con la expareja, sin sentir tristeza, ni culpa, ni rencor. Esta es una opción que queda a la elección de cada cual, ya que no todos somos iguales, y podemos elegir igualmente dejar en el recuerdo todo lo vivido.
Si crees que tu sufrimiento es desproporcionado a causa de una ruptura, o te sientes estancado en una o varias de estas fases, puedes consultar conmigo la posibilidad de iniciar terapia para ayudarte en tu evolución.
Simplemente, deja tu mensaje en esta web, y te responderé tan pronto como pueda.
Suerte en tu andadura, y gracias por tu visita.
Estaré encantada de atenderte en consulta u online, en el siguiente horario:
Lunes – Domingo: 9:00 – 22:00
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